La Juventud Obrera en la Transformación del Modelo Económico Productivo
Consejos Obreros
La importancia decisiva de los Consejos
Obreros para el Nuevo Movimiento Obrero, nacido de las ruinas de la Primera
Guerra Mundial, se notaba aún antes de la ola revolucionaria de 1917-1921, que
permitió crecer a estas organizaciones desde el enorme terremoto proletario en
países tan diferentes como Alemania, Hungría, Austria y Rusia. Es en este
último país donde aparecieron en 1905 los primeros Consejos Obreros, que bajo
esa última forma de organización semejaban ser la forma final del primer
autogobierno de los obreros desde la Comuna de París.
La contribución de la Izquierda
holandesa, o más bien de la Izquierda holandesa-alemana, para la reflexión
teórica sobre los Consejos Obreros, no sólo es un simple reconocimiento de esta
forma de praxis revolucionaria del proletariado. Contiene inicialmente el
reconocimiento del factor espiritual, es decir, del factor conciencia, para dar
vida a las formas de lucha del proletariado.
Inicialmente, sin ninguna filosofía de
la acción, el proletariado deberá ser incapaz de emanciparse. Los factores
objetivos (los de la crisis), los de la organización (los sindicatos y el
partido) de minorías dirigentes, no bastaban. Estaba ausente un factor
esencial: el factor de las masas, animado por la conciencia de su objetivo
revolucionario.
Para eso la contribución de Dietzgen es
fundamental para explicar el nacimiento de la Izquierda Comunista holandesa y
el desarrollo de la teoría de los Consejos Obreros por Pannekoek.
Las
organizaciones de jóvenes revolucionarios se dan por tarea construir amplias
organizaciones comunistas autónomas de jóvenes. La tarea de esas organizaciones
es la defensa de las reivindicaciones de los jóvenes trabajadores, la lucha
antimilitarista, la educación de cuadro a fin de entusiasmar y atraer a la
juventud trabajadora al lado del proletariado en la lucha por el poder de los
obreros y campesino.
Los
bolcheviques leninistas afirman que sólo una organización de clase puede
expresar las verdaderas aspiraciones de la juventud trabajadora; frente a la
burguesía y sus sirvientes, reformistas y stalinistas, los bolcheviques
proclaman no sólo el derecho sino incluso el deber para la juventud
trabajadora, explotada aún más que sus mayores, de participar en la lucha de
éstos. Denuncian el carácter reaccionario de las campañas reformistas,
retomadas por los stalinistas, que buscan limitar la actividad de la juventud
sólo a su esparcimiento. Los bolcheviques leninistas no desprecian la
diversión.
Consideran,
por el contrario, el desarrollo físico e intelectual del individuo como una de
las tareas esenciales del socialismo; pero subrayan que organizar a la juventud
únicamente en función de la diversión, por fuera de la lucha contra el
capitalismo y, por lo tanto, bajo la tutela de éste, no lleva más que a darle a
la burguesía carne de cañón y carne de trabajo más dócil.
A esta concepción reaccionaria, los bolcheviques oponen la cultura física y la cultura intelectual conseguidas como actividades especializadas, puestas al servicio de los objetivos de clase del proletariado y utilizada como medios para la lucha de clases; ellos le dicen a cada joven obrero acuartelado: "Toma las armas que te confía la burguesía y aprende a usarlas para mejor barrer el capitalismo y el militarismo burgués", dice a cada joven explotado ávido de ejercicios físicos y conocimientos: "Entrena tu cuerpo; nutrí tu espíritu a fin de estar mejor armado en la lucha para liquidar los explotadores que martirizan tu cuerpo y rechazan tu acceso a la cultura"
A esta concepción reaccionaria, los bolcheviques oponen la cultura física y la cultura intelectual conseguidas como actividades especializadas, puestas al servicio de los objetivos de clase del proletariado y utilizada como medios para la lucha de clases; ellos le dicen a cada joven obrero acuartelado: "Toma las armas que te confía la burguesía y aprende a usarlas para mejor barrer el capitalismo y el militarismo burgués", dice a cada joven explotado ávido de ejercicios físicos y conocimientos: "Entrena tu cuerpo; nutrí tu espíritu a fin de estar mejor armado en la lucha para liquidar los explotadores que martirizan tu cuerpo y rechazan tu acceso a la cultura"
Los
bolcheviques afirman que la organización proletaria de la juventud debe ser
profundamente consciente de los objetivos históricos y de las necesidades de su
clase, es decir, debe ser una organización comunista. Rechazan toda idea de
substituir la organización de clase de la juventud trabajadora por una
organización sin principios ni programas que agrupe a la juventud en general, o
a "la juventud no fascista", según la formula de Dimitrov y de Guyot que
ha conducido a la liquidación de hecho de las secciónales legales de la
Internacional Comunista de Jóvenes (ICJ). Los bolcheviques explican a la
juventud trabajadora que ni el horror al verdugo, ni la alegría de vivir son
armas suficientes en la lucha contra el fascismo; que este no es mas que una
forma exasperada de la dominación capitalista, a la cual la burguesía no puede
dejar de recurrir en la presente situación de crisis general; que no se puede
abatir el fascismo mas que enfrentando resueltamente, con la violencia
proletaria, a la violencia antiobrera, oponiendo al programa de la
contrarrevolución fascista el programa de ala toma del poder por el
proletariado; en una palabra, que solamente bajo la bandera del comunismo de se
puede combatir eficazmente al fascismo. Es por eso que las organizaciones de
jóvenes no tienen un programa diferente de la organizaciones adultas; no buscan
ni amputarlo ni rebajarlo, bajo ningún aspecto. Es sobre la base de ese
programa que los comités centrales y los congresos toman posición; es este el
programa que guía cada una de las acciones de las organizaciones nacionales e
internacionales.
La organización comunista de la juventud es
una organización autónoma. Determina por si misma su orientación política
propia, tanto en lo que concierne a las cuestiones políticas generales, como en
lo que toca a las reivindicaciones particulares de los jóvenes. Rosa Luxemburg
a escrito que la clase obrera no sabe aprender mas que trepando por el calvario
de sus derrotas, sacando las lecciones de la experiencia. Verdad a escala
histórica para el proletariado, esta afirmación lo es mas aun, particularmente,
para la juventud: no es posible hacerle asimilar las lecciones históricas de
mas de 100 años de lucha proletaria por medio de la lectura de manuales de
historia obrera.
La juventud
no puede comprender la historia de la lucha de clases mas que a través de su
propia lucha contra los explotadores. La lucha es la gran educadora de la
juventud. Es precisamente por esto que la juventud debe poder entrar en la
lucha preparándose por si misma, con sus ideas sus ilusiones, pero también su
entusiasmo y su fe. Debe de terminar por si mismo la forma del combate en cada
circunstancia, con la libertad de percibir enseguida que su apreciación de la
situación era insuficiente, que los métodos que había elegido no eran
apropiados a la situación.
Solamente así, podrá comprender la experiencia histórica del proletariado y utilizar las lecciones del pasado para comprender sus propios errores. Sobre este punto se retoma enteramente esta frase de Lenin: " sin una completa independencia, la juventud no podrá hacer salir de su seno bueno socialistas, ni prepararse para llevar adelante el socialismo".
Solamente así, podrá comprender la experiencia histórica del proletariado y utilizar las lecciones del pasado para comprender sus propios errores. Sobre este punto se retoma enteramente esta frase de Lenin: " sin una completa independencia, la juventud no podrá hacer salir de su seno bueno socialistas, ni prepararse para llevar adelante el socialismo".
La autonomía
organizativa de la juventud no significa de ningún modo que ella no apele a las
organizaciones del partido para que la guíen y la aconsejen, para beneficiarse
de los conocimientos teóricos y la mayor experiencia de los militantes del
partido. Esto no significa de ningún modo que la tarea de educación teórica (escuela,
revistas, artículos del periódico, por una parte; discusión política sobre los
problemas planteados a la organización, por otra) deba ser hecha exclusivamente
por los responsables del partido. " No es raro que la gente de una cierta
edad o los viejos, no sepan abordar correctamente a esta juventud, que por la
fuerza de las cosas esta obligada a venir al socialismo de otra forma, por
otras vías, bajo otras formas y otras condiciones que sus padres. Es por eso
que debemos estar sin reserva por una organización independiente de la unión de
juventudes, y no solamente porque los oportunistas teman esta independencia,
sino por principios" (Lenin, 1916). La educación teórica de la juventud,
como toda la actividad política de la organización de las juventudes, debe ser
autónoma. Al mismo tiempo, debe ser objeto de un cuidado atento y de una
vigilancia constante de parte de los militantes más experimentados del partido.
La autonomía de la juventud implica no solamente el derecho de critica de parte
del partido, sino aun el deber de hacerlo con toda camaradería, pero sin
rodeos, frente a cada falta cometida por la organización juvenil.
Igualmente,
la juventud debe aprender en la practica las tareas de organización, tomando en
sus propias manos la gestión de sus actividades. No obstante, en toda la serie
de actividades ilegales que deben ser necesariamente hechas por una
organización revolucionaria y frente a las cuales es necesario educar a los
jóvenes revolucionarios, no se podría introducir el principio de autonomía de
organización sin peligro para la organización misma. Por lo tanto, conviene
crear comisiones que funcionen bajo el control entero del partido y en la cual
participen camaradas de la juventud con los mismo derechos y deberes que los
representantes del partido.
EL
capitalismo, sea autoritario o democrático, se revela incapaz de aportar el
menor remedio a la miseria y a la angustia de la juventud trabajadora. Los
jóvenes quieren un oficio, y cuando se consiente en darles uno, no es mas para
encadenarlos mejor a una maquina que mañana parara de producir, y los dejara
reventar de hambre al lado de las riquezas que ellos habrán producido. Los
jóvenes quieren trabajar, producir con sus mano, utilizar sus fuerzas, y el
capitalismo les ofrece como perspectiva el desempleo o la " ejecución de
trabajos en condiciones distintas a las condiciones normales de la
producción", incluso la producción de armamentos, que engendra la
destrucción y no el bienestar. Los jóvenes quieren aprender se les niega el derecho
a la cultura. Los jóvenes quieren vivir, y se les ofrece como futuro morir de
hambre o perecer en una nueva guerra imperialistas. Los jóvenes quieren crear
un mundo nuevo, y solo se les permita mantener o consolidar un mundo podrido
que se derrumba. Los jóvenes quieren saber que pasara mañana, y la única
respuesta que les da el capitalismo es esta: " hoy, hace falta apretarse
un poco más el cinturón; mañana, se vera..... por otra parte quizá para ti no
allá un futuro".
El debate ha comenzado. Por una parte
sectores de la alta dirigencia del gobierno y algunos sectores de los partidos
políticos que apoyan la revolución están hablando de un ”Proyecto de
Capitalismo Nacional” que desarrollaría una burguesía nacional que junto al
Estado industrializaría el país. Toda la historia del proceso socioeconómico
venezolano ha demostrado que no existe una burguesía nacional interesada en el
desarrollo económico de nuestra nación. Creemos que es erróneo pensar que se
puede construir una burguesía progresista en la época de mayor concentración de
capital del imperialismo. Incluso si fuera posible dar pasos en ese sentido
serían aplastados por el capitalismo internacional, que no desea ni permitirá
un crecimiento autónomo en la región.
Por otra parte
otros sectores de los partidos políticos, movimientos, organizaciones
populares, sectores sindicales y de trabajadores apuestan a nuevos modos de
producción y formas de gestión en las empresas, verdaderamente revolucionarias,
que transformen las relaciones de producción capitalistas. Tal vez estos
sectores del pueblo tengan aún muchas confusiones e incoherencias, pero tienen
una intuición de clase que ha logrado dos grandes victorias: el levantamiento
popular contra el golpe de Estado del 11 de Abril de 2002 y la derrota del
saboteo petrolero con la toma por parte de los trabajadores de nuestra
principal industria petrolera y su puesta en producción. Estas tendencias están
entrando en un fuerte debate ideológico y político que terminará definiendo el
rumbo de la Revolución Bolivariana.
Para nosotros un proyecto revolucionario, verdaderamente emancipador, se debe sostener en un cambio de las relaciones de propiedad y de producción que permita a los trabajadores y al pueblo en general dos cosas fundamentales: Primero, que sean los trabajadores los que decidan el destino social y el uso de los medios de producción, comunicación y distribución y, segundo, cómo organizar el trabajo para desarrollar las capacidades de producción de manera colectiva y autónoma.
Para nosotros un proyecto revolucionario, verdaderamente emancipador, se debe sostener en un cambio de las relaciones de propiedad y de producción que permita a los trabajadores y al pueblo en general dos cosas fundamentales: Primero, que sean los trabajadores los que decidan el destino social y el uso de los medios de producción, comunicación y distribución y, segundo, cómo organizar el trabajo para desarrollar las capacidades de producción de manera colectiva y autónoma.
Poseer los medios
de producción no es sólo una posesión material o la propiedad jurídica de la
empresa, es además poseer los medios de poder para desarrollar la producción
social, de acuerdo a la participación y decisión tomada democráticamente por
todos los trabajadores.
El problema no es
sólo participar, sino bajo qué condiciones se participa, cómo se participa, es
decir cómo se organiza la cooperación de las diferentes instituciones de la
sociedad de una manera democrática.
Los trabajadores se preguntan por qué razón las máquinas y las empresas deben pertenecer a alguien diferente de aquellos que la ponen en movimiento día a día y por qué la fuerza de trabajo es rebajada a simple mercancía. Es entonces que en momentos de crisis coyunturales, donde existe un descontento acumulado durante décadas de aspiraciones insatisfechas y sumadas además al lock-out petrolero de diciembre del 2002 promovido por la burguesía, cuando los trabajadores pasan instintivamente de una impugnación potencial a una impugnación efectiva del sistema capitalista. El nivel de conciencia cambia; da un salto cualitativo y buscan modificar y transformar las relaciones sociales de producción.
Los trabajadores se preguntan por qué razón las máquinas y las empresas deben pertenecer a alguien diferente de aquellos que la ponen en movimiento día a día y por qué la fuerza de trabajo es rebajada a simple mercancía. Es entonces que en momentos de crisis coyunturales, donde existe un descontento acumulado durante décadas de aspiraciones insatisfechas y sumadas además al lock-out petrolero de diciembre del 2002 promovido por la burguesía, cuando los trabajadores pasan instintivamente de una impugnación potencial a una impugnación efectiva del sistema capitalista. El nivel de conciencia cambia; da un salto cualitativo y buscan modificar y transformar las relaciones sociales de producción.
Este gran salto
de una conciencia corporativa, reivindicativa y una conciencia política, los
trabajadores lo dirigen en un primer momento a las empresas y van directamente
contra la organización del trabajo, las técnicas de producción y la división
del trabajo, que forman la matriz material que reproduce las relaciones
jerárquicas en el trabajo y las relaciones de producción capitalistas. Son, en
definitiva, las que permiten la desigualdad social.
En Venezuela
sucedieron, dos hechos fundamentales que sacudieron la conciencia de los
trabajadores, transformándola en una conciencia impugnadora de la sociedad
capitalista:
a) la toma y
puesta en producción de la industria petrolera por los trabajadores y el pueblo
en diciembre del 2002.
b) la toma de
algunas empresas privadas por parte de los trabajadores, que fueron
abandonadas, cerradas o quebradas.
Pero además se
proponen líneas políticas dirigidas en el sentido de crear cooperativas con las
cuales “transformaremos el sistema económico y social”. Esta situación ha
venido generando un fuerte debate en el seno de los trabajadores, provisto de
confusión, en cuanto al modo de participación y la forma de gestionar las
empresas.
Así, los
trabajadores venezolanos, en función de la práctica histórica del movimiento
obrero mundial, han desarrollado en este proceso revolucionario las viejas
formas de gestión de las empresas que quedarán como nuevas experiencias para la
emancipación de los trabajadores del mundo.
¿Cuáles son las formas de gestión que han desarrollado los trabajadores históricamente en el mundo?
¿Cuáles son las formas de gestión que han desarrollado los trabajadores históricamente en el mundo?
¿Cooperativas, cogestión, autogestión o
control obrero?
¿Cuáles son las que rompen con la lógica
capitalista?
¿Cuáles sirven en la actual lucha de los
trabajadores venezolanos para la transformación de la sociedad capitalista en
una socialista?
Trataremos, en
forma resumida de resolver aunque sea parcialmente estas preguntas, presentando
las formas de gestión social mas importantes desarrolladas por los
trabajadores; teniendo en cuenta que existe una continuidad histórica de
prácticas gestionarías que expresan la autoorganización autónoma de los
trabajadores en su lucha contra el Capital.
Las cooperativas:
primera experiencia obrera de gestión colectiva
La cooperación se
desarrolla con la conformación de la clase obrera en los inicios del siglo XIX.
La creación de mutuales o de ayuda mutua es anterior al desarrollo de los primeros
sindicatos. Las cooperativas y mutuales respondían a la necesidad de mejorar la
calidad de vida y la solidaridad de todos los asociados, en un tiempo en donde
la miseria y la explotación azotaban a las clases desposeídas.
Las cooperativas
obreras de consumo o de producción tuvieron su auge en el siglo XIX,
especialmente en Inglaterra y Francia. Los principios fundamentales del
cooperativismo, en esa época se basaron en: una democracia interna, un hombre
un voto, afiliación libre, los fondos pertenecían a toda la sociedad y la
“neutralidad política”. En la primera mitad del siglo XIX, se inicia el proceso
de expansión del capitalismo, motivado por la libre competencia. Este proceso
se intensificó, llevando a la conformación de monopolios y a una mayor
concentración del capital. Marx, visualizó esta tendencia del capital, por eso
explicó como las cooperativas eran brotes de la nueva sociedad, dentro de la
vieja y que no podían sobrevivir como islas en una economía capitalista. Sólo
podrían sobrevivir si se extendían a todos los sectores de la producción y se
coordinaran a nivel nacional; que en definitiva no sería otra cosa que la
articulación de una economía planificada socialista
El cooperativismo se deslizaría por dos corrientes: una revolucionaria, que se dirige hacia la superación de la explotación y otra, reformista, que reforzará el sistema capitalista y permitirá la explotación de trabajadores no asociados a la cooperativa. Esta última tendencia se reforzará y potenciará.
El marxismo revolucionario no descartara la cooperativa como forma de participación democrática de los trabajadores pero buscara otras formas de gestión obrera que permitan realmente romper con la lógica capitalista, sirviendo de enseñanza y de avance cualitativo en la conciencia política y revolucionaria de la clase obrera. Esa nueva forma de gestión será el control obrero.
El cooperativismo se deslizaría por dos corrientes: una revolucionaria, que se dirige hacia la superación de la explotación y otra, reformista, que reforzará el sistema capitalista y permitirá la explotación de trabajadores no asociados a la cooperativa. Esta última tendencia se reforzará y potenciará.
El marxismo revolucionario no descartara la cooperativa como forma de participación democrática de los trabajadores pero buscara otras formas de gestión obrera que permitan realmente romper con la lógica capitalista, sirviendo de enseñanza y de avance cualitativo en la conciencia política y revolucionaria de la clase obrera. Esa nueva forma de gestión será el control obrero.
De todo este
proceso teórico-práctico del movimiento obrero y del socialismo en la
construcción del cooperativismo, desarrollado durante la primera mitad del
siglo XIX y la primera década del siglo XX, podemos concluir con las siguientes
reflexiones: En el marco de la crisis capitalista, entendemos la creación de
cooperativas de producción, ya que pueden eliminar la contradicción antagónica
entre capital y trabajo a lo interno, siempre que estén dentro de un plan de
transformación revolucionario de las relaciones sociales de producción del
capitalismo. Las cooperativas de consumo, sin negarle su importancia, no es la
más adecuada, porque sólo afecta a la esfera de la circulación y representa un
paliativo que ayuda parcialmente en la distribución de riqueza de los
asociados, pero no va a la raíz del problema: La explotación de la clase
obrera. Las cooperativas aisladas, en un régimen capitalista de gran concentración
de capital y altamente monopolizado serán barridas y derrotadas. Las
cooperativas deben alcanzar un amplio desarrollo nacional para poder subsistir
como opción revolucionaria; pero esto sólo será posible cuando la clase obrera
se apodere de los medios de producción y cree unas relaciones sociales
colectivas. La cooperativa es una forma colectiva de apropiación. La propiedad
no es privada sino social, pero es una socialización que cuando opera en el
marco del sistema capitalista (mercado, lucha competitiva, etc.) y no rompe con
su lógica resulta contradictoria. La asociación de los trabajadores es su
propio patrón, es decir se explota así misma y no tiene otro patrón que los
mismos asociados. En el marco de la competencia capitalista esto llevará, en
muchos casos, a que los trabajadores aumenten voluntariamente el grado de su
explotación para “competir” con otras empresas del mismo sector. La lógica del
capital no parece abolirse, pero los trabajadores han tocado un elemento
fundamental del capitalismo: Las relaciones de propiedad. Dentro de la
cooperativa debe ser colectiva, no sólo la propiedad, sino también la
organización jerárquica del trabajo y las técnicas de producción. Es decir los
trabajadores deben controlar los medios de decisión para evitar que se
reproduzcan las relaciones de producción capitalistas y las formas de
explotación. Las cooperativas requieren de financiamiento y ayudas del Estado,
no sólo para iniciar sus operaciones sino también para invertir en nuevas
aplicaciones tecnológicas; estas ayudas no pueden permitir que la cooperativa
pierda su autonomía. Como lo expresaba Marx, las sociedades cooperativas
tendrán valor mientras sean creaciones autónomas de los trabajadores y no sean
protegidas por el gobierno ni por los burgueses. Para garantizar la
supervivencia de las cooperativas es fundamental la estatización del sistema
bancario y crediticio que puede proporcionar créditos accesibles a las mismas.
Las cooperativas de producción tendrán importancia en la lucha de la clase obrera si son parte integrante de las sociedades de consumo, ya que pueden ser instrumentos para lograr la extinción de la ley del valor – trabajo. Además las cooperativas de consumo pueden ser importantes en el apoyo de las luchas obreras y las huelgas. Pero las mejoras de las cooperativas serán insignificantes hasta tanto los medios de producción sigan en manos de los capitalistas. Las cooperativas no son organizaciones de lucha directa y dan la ilusión de que pueden resolver la explotación sin lucha de clases y sin expropiar a la burguesía. El proceso del movimiento cooperativo ha crecido por tres vertientes. Las cooperativas obreras que se desarrollan hacia la superación de la explotación e inmersas en la lucha de clases; las cooperativas burguesas que explotan a trabajadores que trabajan para las cooperativas en beneficio de los asociados; y las cooperativas reformistas que es aquella que se beneficia de la división internacional del trabajo, explota a otros obreros reforzando así el sistema capitalista.
Las cooperativas de producción tendrán importancia en la lucha de la clase obrera si son parte integrante de las sociedades de consumo, ya que pueden ser instrumentos para lograr la extinción de la ley del valor – trabajo. Además las cooperativas de consumo pueden ser importantes en el apoyo de las luchas obreras y las huelgas. Pero las mejoras de las cooperativas serán insignificantes hasta tanto los medios de producción sigan en manos de los capitalistas. Las cooperativas no son organizaciones de lucha directa y dan la ilusión de que pueden resolver la explotación sin lucha de clases y sin expropiar a la burguesía. El proceso del movimiento cooperativo ha crecido por tres vertientes. Las cooperativas obreras que se desarrollan hacia la superación de la explotación e inmersas en la lucha de clases; las cooperativas burguesas que explotan a trabajadores que trabajan para las cooperativas en beneficio de los asociados; y las cooperativas reformistas que es aquella que se beneficia de la división internacional del trabajo, explota a otros obreros reforzando así el sistema capitalista.
El control obrero:
gestión revolucionaria en la producción
El control obrero
es una propuesta de gestión colectiva en la empresa que tiene su desarrollo a
partir de la primera década del siglo XX. En todo este proceso histórico la
clase obrera comprendió que la contradicción capital–trabajo es antagónica y
que la burguesía lo resuelve, si la clase obrera no lucha por su emancipación,
con guerras que destruyan a grandes contingentes de trabajadores o con su
exterminio por efecto de políticas que produzcan un altísimo desempleo. Es en
este momento que la lucha de los trabajadores rebasa los objetivos inmediatos,
reivindicativos y se plantea la organización de la lucha y la gestión obrera de
las empresas, para reorganizar la producción de acuerdo a sus intereses. Existe
un cambio cualitativo de la conciencia en la clase obrera. Se pasa de una
conciencia corporativa a una revolucionaria que impugna todo el sistema
capitalista. Podemos extraer de toda la experiencia histórica del desarrollo
del control obrero las siguientes reflexiones:
El proceso de desarrollo del control obrero se da cuando el país se encuentra en una coyuntura política–económica de crisis y de contradicciones entre las clases en pugna, más cuando pueda existir un gobierno popular y revolucionario, unido a los trabajadores y sectores populares, y una burguesía que no acepta entregar sus privilegios y desarrolla una política de sabotaje económico. Este sabotaje esta dirigido a debilitar artificialmente la producción, mediante la reducción del número de jornadas de trabajo, el cierre, la quiebra, el despido y la suspensión de trabajadores en masa. El control obrero tiene como objetivo la regulación planificada de la economía por los trabajadores organizados en diferentes comités que incluyen a los empleados y personal técnico. Los comités tendrán derecho de fijar límites de producción y tomar medidas para determinar el costo de esa producción. Tendrán acceso a toda información relativa al proceso productivo, a los libros de contabilidad de la empresa y las finanzas, a las inversiones, a como organizar el trabajo de manera democrática y participativa. Sin embargo, el control obrero, después de tomar el camino del control de la producción, se extenderá más allá de los límites de las empresas individuales y los trabajadores exigirán intervenir en las decisiones de cómo organizar el trabajo, las técnicas de producción y cómo romper la jerarquización en la organización productiva de toda la sociedad.
El control obrero, de acuerdo a la experiencia histórica, es transitorio. Por su esencia, se presenta en un período de convulsión política y económica. Al generalizarse con la toma de conciencia de los trabajadores, de sus objetivos y de su importancia social, creará las condiciones favorables para la toma de poder político, la instauración del socialismo, con sus formas de autogestión obrera para el desarrollo del trabajo colectivo y productivo.
La estrategia del control obrero debe ser un medio que permita acelerar la lucha de clases en su conjunto y preparar a la clase obrera para gestionar el gobierno, una vez que tome el poder político.
La lucha por la estatización bajo control obrero, de las empresas en crisis, cerradas o que estén ocupadas es la única forma de garantizar la viabilidad de estas empresas, a la vez que significa un avance para imponer la socialización de la propiedad y del trabajo bajo control obrero y gestión de los trabajadores, Y es una forma de transición de la lucha revolucionaria contra el Estado capitalista. El control obrero es una lucha contra el despotismo capitalista a lo interno de la empresa, pero requiere la articulación de todas las empresas bajo control obrero para trascender y enfrentar la oposición capitalista que luchara contra su construcción.
El proceso de desarrollo del control obrero se da cuando el país se encuentra en una coyuntura política–económica de crisis y de contradicciones entre las clases en pugna, más cuando pueda existir un gobierno popular y revolucionario, unido a los trabajadores y sectores populares, y una burguesía que no acepta entregar sus privilegios y desarrolla una política de sabotaje económico. Este sabotaje esta dirigido a debilitar artificialmente la producción, mediante la reducción del número de jornadas de trabajo, el cierre, la quiebra, el despido y la suspensión de trabajadores en masa. El control obrero tiene como objetivo la regulación planificada de la economía por los trabajadores organizados en diferentes comités que incluyen a los empleados y personal técnico. Los comités tendrán derecho de fijar límites de producción y tomar medidas para determinar el costo de esa producción. Tendrán acceso a toda información relativa al proceso productivo, a los libros de contabilidad de la empresa y las finanzas, a las inversiones, a como organizar el trabajo de manera democrática y participativa. Sin embargo, el control obrero, después de tomar el camino del control de la producción, se extenderá más allá de los límites de las empresas individuales y los trabajadores exigirán intervenir en las decisiones de cómo organizar el trabajo, las técnicas de producción y cómo romper la jerarquización en la organización productiva de toda la sociedad.
El control obrero, de acuerdo a la experiencia histórica, es transitorio. Por su esencia, se presenta en un período de convulsión política y económica. Al generalizarse con la toma de conciencia de los trabajadores, de sus objetivos y de su importancia social, creará las condiciones favorables para la toma de poder político, la instauración del socialismo, con sus formas de autogestión obrera para el desarrollo del trabajo colectivo y productivo.
La estrategia del control obrero debe ser un medio que permita acelerar la lucha de clases en su conjunto y preparar a la clase obrera para gestionar el gobierno, una vez que tome el poder político.
La lucha por la estatización bajo control obrero, de las empresas en crisis, cerradas o que estén ocupadas es la única forma de garantizar la viabilidad de estas empresas, a la vez que significa un avance para imponer la socialización de la propiedad y del trabajo bajo control obrero y gestión de los trabajadores, Y es una forma de transición de la lucha revolucionaria contra el Estado capitalista. El control obrero es una lucha contra el despotismo capitalista a lo interno de la empresa, pero requiere la articulación de todas las empresas bajo control obrero para trascender y enfrentar la oposición capitalista que luchara contra su construcción.
La cogestión: participación en la gestión dentro de la producción capitalista
La cogestión es la participación de los trabajadores en la gestión de la empresa, en conjunto con los propietarios de la empresa privada o los representantes del Estado.
La cogestión se
desarrolla a finales de la segunda guerra mundial como parte del esfuerzo
bélico en los países aliados occidentales. Después del conflicto, sobre todo en
Alemania se generaliza la experiencia de la cogestión, perfeccionándose con
leyes que aumentaron el poder de decisión laboral de los trabajadores, sobre
todo en las grandes empresas. En los últimos años, en diversos países se han
desarrollado experiencias de participación en diversos niveles. En América
Latina casi todos los países tienen experiencias de participación de cogestión,
incluidas en leyes y constituciones.
Esta participación puede ser en los diferentes niveles de la empresa (junta de accionista, junta directiva, gerencia, etc.). También viene combinada con la participación en los beneficios de la empresa. La cogestión postula, además, una intervención en dos factores: intervención en el nivel de concepción y en la fijación de la política global de la empresa. Estas intervenciones se sitúan a nivel de los consejos de administraciones que pueden ser paritarios o no. La cogestión es un sistema de coparticipación que “institucionaliza” la discusión obrero – patronal. Como se observa la cogestión no impugna las relaciones de propiedad ni los medios de producción capitalista, por lo que favorece la integración de la clase obrera al sistema de producción capitalista. Su principal objetivo es hacer a los trabajadores, a través de sus representantes, corresponsables de su propia explotación y así extraer más plusvalía de su propio trabajo. Esto no significa que, bajo una política revolucionaria clara de los objetivos de la clase obrera, no se utilice este tipo de participación compartida como un instrumento para avanzar en gestiones obreras que forman al trabajador. Esto sólo será posible con el desarrollo de un sindicalismo clasista y revolucionario, en el que los representantes de los trabajadores sean elegidos y puedan ser revocados por las asambleas de los trabajadores y respondan de su actuación ante ellas.
Esta participación puede ser en los diferentes niveles de la empresa (junta de accionista, junta directiva, gerencia, etc.). También viene combinada con la participación en los beneficios de la empresa. La cogestión postula, además, una intervención en dos factores: intervención en el nivel de concepción y en la fijación de la política global de la empresa. Estas intervenciones se sitúan a nivel de los consejos de administraciones que pueden ser paritarios o no. La cogestión es un sistema de coparticipación que “institucionaliza” la discusión obrero – patronal. Como se observa la cogestión no impugna las relaciones de propiedad ni los medios de producción capitalista, por lo que favorece la integración de la clase obrera al sistema de producción capitalista. Su principal objetivo es hacer a los trabajadores, a través de sus representantes, corresponsables de su propia explotación y así extraer más plusvalía de su propio trabajo. Esto no significa que, bajo una política revolucionaria clara de los objetivos de la clase obrera, no se utilice este tipo de participación compartida como un instrumento para avanzar en gestiones obreras que forman al trabajador. Esto sólo será posible con el desarrollo de un sindicalismo clasista y revolucionario, en el que los representantes de los trabajadores sean elegidos y puedan ser revocados por las asambleas de los trabajadores y respondan de su actuación ante ellas.
Las formas
actuales de participación en la organización de trabajo como el toyotismo, la
calidad total, los equipos autónomos de trabajadores, además del aumento y
enriquecimiento de las tareas en los puestos de trabajo, forman parte de los
nuevos sistemas de cogestión en la base de los trabajadores. No ponen en peligro,
ni siquiera en cuestión, los objetivos definidos por la dirección de la empresa
capitalista permitiendo la integración de los trabajadores en la lógica
capitalista de la empresa.
La autogestión: propiedad social y gestión colectiva en la producción
La autogestión es
una de las formas de lucha de los trabajadores para la construcción de una
sociedad socialista. No es sólo un cambio en la gestión de la empresa sino es
la transformación total de las relaciones sociales de producción capitalista,
de manera que los trabajadores posean los medios de producción y de poder y
decidan sobre la gestión, acumulación y administración de la empresa. Es la
apropiación social de los medios de decisión y poder por parte de los
productores directos.
La autogestión
propugna la gestión directa y democrática de los trabajadores, en las funciones
de planificación, dirección y ejecución. Rechaza y cuestiona el poder de los
propietarios de los medios de producción, distribución y consumo capitalista.
En la empresa, la autogestión significa que los trabajadores a través de las
asambleas y otras formas democráticas de decisión colectiva, poseen todo el
poder dentro de la comunidad establecida para la producción o distribución de
bienes y servicios, mediante una planificación democrática. Las empresas
autogestionarías presentan, sin embargo los mismos problemas que las
cooperativas. Estas empresas aisladas dentro del sistema capitalista son fácil
presa de las grandes empresas privadas y de las trasnacionales. No pueden existir
islas de autogestión en el seno del capitalismo, sometidas a la competencia y a
la alta concentración de capitales que estrangulan a los más débiles.
Las diferentes
experiencias demuestran que la falta de planes financieros, que son absorbidos
por la banca y la empresa privada, la colocan en una situación de
supervivencia, en el mejor de los casos, o en la extinción definitiva. Otro
problema es como realizar la “transferencia tecnológica” cuando ésta es
controlada por el imperialismo y las trasnacionales, precisamente para
subordinar a las empresas en general.
Sin embargo, su
perspectiva a futuro en una sociedad socialista las hacen una experiencia
formativa importante para la clase obrera. La autogestión no es un cambio en la
gestión de la empresa, ni un paso transitorio al control obrero en el sistema
capitalista, es la transformación total de las relaciones de producción
capitalista y la apropiación de los medios de producción y decisión; porque la
propiedad colectiva será una ficción sino lleva además una gestión y
planificación colectiva y democrática.
El Estado Capitalista venezolano se desarrolla
a partir de la segunda década del siglo XX, con el descubrimiento y crecimiento
de la industria petrolera. Esto le imprime velocidad al desarrollo económico
venezolano en esta etapa, impulsándose la creación de Empresas del Estado.
Éstas son formas colectivas de propiedad capitalista, son una superación de la
propiedad privada a lo interno del propio sistema capitalista. Lo que permite
intervenir en la economía. Así el Estado se constituye en una palanca
importante para el desarrollo, especialmente en los países atrasados, con
formas precapitalistas que aun subsisten. Esto es una demostración más del
carácter atrasado, parasitario y retrogrado de las clases dominantes locales
que son incapaces de jugar algún papel progresista. Pero si el Estado y sus
empresas forman una propiedad colectiva ¿cómo sigue siendo capitalista? Los
motivos son varios. En primer lugar, porque ese Estado responde a los intereses
del capital nacional e internacional y por lo tanto orienta la producción y
desarrollo de esas empresas bajo ese punto de vista. Y además, porque las
relaciones de producción que existen a nivel de la organización jerárquica del
trabajo están profundamente marcadas por las estructuras del capital.
El problema de la
superación del capitalismo plantea además el tema de la estatización de las
empresas. La estatización se nos puede presentar como si la propiedad privada
es abolida al pasar a un tipo de propiedad pública. Sin embargo, la propiedad
capitalista no se sostiene sobre el trabajo personal sino sobre la apropiación
del trabajo ajeno. Es la apropiación capitalista de los medios de producción,
poder y distribución que conlleva la propiedad de los capitalistas sobre el
producto del trabajo ajeno.
La estatización
de las empresas ha sido considerada como una reforma de la estructura que
supondría la socialización de la propiedad, es decir un duro golpe a la
propiedad privada y al capitalismo, pero de acuerdo a la práctica histórica
esto no ha sido así. La reforma de la estructura de la propiedad privada a una
propiedad estatal no instaura un nuevo modelo económico, diferente al
capitalismo ni siquiera por si misma, al socialismo.
Esto se debe a que el Estado y sus empresas hay que analizarlas de acuerdo a dos factores que consideramos, son fundamentales: Las relaciones y los medios de poder, es decir cuáles son las clases sociales que controlan los poderes públicos y el contexto nacional e internacional en el que, a pesar de las nacionalizaciones no suprime el mercado mundial y mantiene la división internacional del trabajo. Además las relaciones que existen a nivel de la división y de la organización del trabajo a lo interno de las unidades de producción son de carácter capitalista.
Esto se debe a que el Estado y sus empresas hay que analizarlas de acuerdo a dos factores que consideramos, son fundamentales: Las relaciones y los medios de poder, es decir cuáles son las clases sociales que controlan los poderes públicos y el contexto nacional e internacional en el que, a pesar de las nacionalizaciones no suprime el mercado mundial y mantiene la división internacional del trabajo. Además las relaciones que existen a nivel de la división y de la organización del trabajo a lo interno de las unidades de producción son de carácter capitalista.
Esto lo podemos
observar en la nacionalización de la industria petrolera en los años 70. La
propiedad privada pasó a una propiedad colectiva o pública pero se mantuvo
intacta la organización jerárquica del trabajo, la división del trabajo y las
técnicas de producción, que representan la matriz fundamental que reproduce las
relaciones de producción capitalista. Lo que pasó fue que se creó una
tecnoburocracia unida a la burguesía criolla y al capital internacional, hasta
diciembre del 2002, en donde esa casta fue derrotada y expulsada de PDVSA. Pero
ojo, sino existe gestión obrera y control de los trabajadores para cambiar las
relaciones sociales de producción capitalista esta tecnoburocracia se va a
reproducir.
En Venezuela el proceso
revolucionario y el papel totalmente reaccionario de la burguesía ha puesto en
tela de juicio el modelo de organización capitalista de la economía. La única
manera de avanzar y defender el proceso revolucionario, es impulsar y permitir
todas las formas de gestión obrera y popular. Además iniciar una fuerte
transformación del Estado que implique la participación y la toma de decisiones
de los trabajadores en todas las esferas del Estado, y que sustituya el Estado
de los capitalistas por un Estado de los trabajadores.
Propuestas para desarrollar una política de gestión obrera en Venezuela
Después de las
argumentaciones expresadas, producto de la experiencia histórica de las formas
de gestión obrera, debemos exponer algunos lineamientos que sirvan para la
discusión y el debate entre los trabajadores, sus sindicatos y organizaciones
populares, que permitan generar una política de gestión obrera y popular en
Venezuela.
El eje
estratégico de gestión obrera y popular en la producción es fundamental para transformar
al trabajador de su condición de asalariado a la condición de productor
colectivo.
Impulsar la
planificación democrática no como mera participación para legitimar las
decisiones del Estado, sino asumiendo los trabajadores el poder real tanto a
nivel de la planificación regional y local.
En lo referente a las cooperativas, como formas de gestión obrera, consideramos que a pesar de ser una forma de propiedad social y colectiva tendrán grandes debilidades cuando se enfrente al mercado capitalista y a la competencia entre las empresas. Sin embargo no negamos su implementación, pero requieren de un Plan Nacional Político-productivo expresado en los siguientes fundamentos:
En lo referente a las cooperativas, como formas de gestión obrera, consideramos que a pesar de ser una forma de propiedad social y colectiva tendrán grandes debilidades cuando se enfrente al mercado capitalista y a la competencia entre las empresas. Sin embargo no negamos su implementación, pero requieren de un Plan Nacional Político-productivo expresado en los siguientes fundamentos:
·
los objetivos
políticos-productivos a desarrollar.
·
los tipos de cooperativas que se
crearán para el desarrollo económico del país, sean estas de producción,
consumo o servicios.
·
el plan de financiamiento.
·
la creación de un nuevo tejido
social en la producción y distribución de los bienes.
·
Generar las formas de articulación
de las cooperativas (federación de cooperativas productivas de una misma rama,
integración de las cooperativas de producción y de consumo que permitirían ser
utilizadas para la solidaridad de los trabajadores, creación de cooperativas
intersindicales, creación de redes cooperativas etc.)
El Gobierno debe
implementar políticas de financiamiento y crédito para las inversiones y
cambios tecnológicos que requieran las cooperativas, pero es importante que
conserven su autonomía, tanto productiva como económica, pero además no debe
estar desligada de la lucha política contra las condiciones generales del
capitalismo. En el marco de un Plan productivo nacional, el Gobierno debe
potenciar, promover y proteger todas las formas de gestión obrera y popular.
Pero estas no deben estar bajo el control del Estado, sino bajo el control de
los trabajadores y el pueblo. La otra forma de gestión de la producción, el
control obrero, se genera en coyunturas de crisis políticas y económicas y
tiene por objetivo la regulación de la producción y el control de las
decisiones por parte de los trabajadores.
El control obrero
debe ser la política fundamental en el eje estratégico de gestión obrera y
popular y deberá ser implementada por los sindicatos de base y sus
trabajadores. Se debe impulsar los Comités de Trabajadores, en base a cinco
direcciones:
·
controlar la organización
jerárquica del trabajo y crear una nueva democrática y participativa.
·
ejercer el control en la división de trabajo a
nivel de la empresa y en los sectores de la economía.
·
controlar las finanzas,
contabilidad e inversiones de la empresa.
·
generar el control sobre los despidos y
cierres de empresas.
·
controlar los medios de decisiones
en la empresa.
Se deben ocupar
todas las empresas privadas abandonadas, cerradas quebradas o semiparalizadas,
creando los Comités de Trabajadores que impidan el vaciamiento de la empresa
por parte del patrón y proceder a su control obrero.
Implementar, como
fase siguiente a la ocupación de la empresa, los trámites necesarios para la
estatización de la empresa ocupada bajo control obrero.
En las empresas
del Estado, principalmente de transporte, básicas y petroleras, se impulsarán
los Comités de trabajadores que implementarán el control obrero a diferentes
niveles, pudiendo estar combinado con participación mayoritaria de los
trabajadores (cogestión). Esto permitirá enfrentar el poder de la
tecnoburocracia en las empresas del Estado.
Los directores
laborales que plantea la actual Ley del Trabajo, deben ser ampliados en forma
paritaria en las Juntas Directivas y Juntas de Accionistas, debiendo ser
electos por los trabajadores y que no sean personal de confianza ni directores.
Estos podrán ser revocados por los trabajadores. Se creará una Asamblea de
Directores Laborales de todas las empresas del Estado a fin de articular una
política socioeconómica que favorezca la calidad de vida de los trabajadores e
impulsen formas de gestión obrera y popular a nivel nacional.
Los Comités de Trabajadores se articularán en Coordinaciones Regionales de Control Obrero y estos una Coordinadora Nacional de Control Obrero. Estos organismos implementaran políticas nacionales y regionales.
Para concluir debemos tener presente que si no se transforma la propiedad y sí la gestión de la empresa, estaremos enmarcados en el sistema capitalista. Si transformamos la propiedad y la gestión de la empresa no está en manos de los trabajadores, estaríamos todavía en la lógica del capitalismo. Sólo revolucionando las relaciones de propiedad y las formas de gestión en la producción y en la sociedad, estaremos en el desarrollo de un nuevo modo de producción y a las puertas de la emancipación definitiva del género humano.
Los Comités de Trabajadores se articularán en Coordinaciones Regionales de Control Obrero y estos una Coordinadora Nacional de Control Obrero. Estos organismos implementaran políticas nacionales y regionales.
Para concluir debemos tener presente que si no se transforma la propiedad y sí la gestión de la empresa, estaremos enmarcados en el sistema capitalista. Si transformamos la propiedad y la gestión de la empresa no está en manos de los trabajadores, estaríamos todavía en la lógica del capitalismo. Sólo revolucionando las relaciones de propiedad y las formas de gestión en la producción y en la sociedad, estaremos en el desarrollo de un nuevo modo de producción y a las puertas de la emancipación definitiva del género humano.
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